
Se saciaba y retiraba sus fauces
Que en un segundo, de una mordida
Arrancaron todos los sentimientos
De su víctima que se vovlvía bella
Cada vez que su boca tocaba su cuerpo
Buscando sus labios, buscando su sexo
Traído por su alma a sus ojos sinceros
Víctima y victimario se unían al frio
Tomaban sus manos, unian sus dedos
Comían sus almas, se amaban certeros
Buscaban los lazos que unían sus cuerpos
Y en el borde del abismo que lleba a la muerte
Volvieron sus cuerpos para enrredarse conmigo
Como los ojos del cielo en este mundo
Miraron con dulzura bajo mis ojos
Con la dulzura y templanza que dan los años
Necesarios para que el perdón tocara sus cuerpos.
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